viernes, 30 de abril de 2021

                     

 

Un olmo viejo

Sin petulancia, arropado en el silencio,
y mil palabras a la espera, en el horizonte, ,
el viejo olmo,
alma de mis ojos,  me regala 
el color, la esperanza  y un dardo:
el cordojo.
La pena en el corazón.
 
No importa. Si añadir a  la vetusta
travesía invernal, intemporal
por añeja, la imagen de su primavera,
¿ cuánto del amor es vida
en la edad tardía
como brisas y más que una esperanza?
 
Como siempre, ayer y mañana,
sin tiempo, un olmo viejo
y su floración, en mi primavera.
 

domingo, 11 de abril de 2021

 
Salir de la vida

Salir de la vida, sí. Irremediable. 
¿Qué hacer?
Con esta primavera
y  el cerezo en flor…. Simplicidad
y tierra. Sí. ¡Cuánta belleza
por el silencio! Si hablamos de palabras,
finas y delicadas o también
mentirosas, ¿qué decir?
Hacen falta, son necesarias.
¿Cómo, sin ellas, contra
mi soledad?
¿Y del amor? Sus múltiples
máscaras,¿ cual para la eternidad?
Si nunca muere,
aunque después mate,
¿qué nombres serán mi nombre?
¿Ayudarán los recuerdos?
Piedras engastadas
en la memoria,
con el amor y las palabras,
serán lámparas de la noche,
asideras.
Salir de la vida, ¿qué imágenes
conmigo en un corazón
ya desgastado? Las orillas
del viento con afán de eternidad.   
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 3 de abril de 2021

  Transición: los herederos

 

- Espacio/tiempo.

Para explicar el concepto

este de la transición

habrá que poner un tempo

para acotar el dolor.

 

Y si lo hacemos en verso

y que sea bien rimado

le pondremos unas fechas

con sus días y  en el año

porque sepan los lectores

que son ideas de hogaño:

que las vivimos en carne,

nunca ajenos al pasado.

 

La transición que sufrimos

fue cosa muy natural

pues sobrevino por muerte

de Franco, aquel general

que, dicen, gobernó España

a dos manos, patriarcal;

a hostias, decían unos;

pero en sede epicospal

todo eran bendiciones

por ser paladín, sin par,

contra rojos y masones

y adláteres de Satán.

-Aquellos sí eran obispos

de verbo y armas tomar.

 No como estos de ahora,

horros  de sexualidad,

con dineros y con prensa

para España voxizar-.

 

Demos por año de gracia

el  año setenta y cinco,

cuando, con sus perrerías,

suspiró aquel Franquito

víctima de sus pecados

y del yerno, farruquito,

quien, para sus fechorías,

lo quería bien vivito

aunque el pobre agonizaba

como el pobre del currito

que se cayó del andamio

mientras el otro, bendito,

moría como se muere

un tirano viejecito:

lleno de tubos y cables,

y un quirófano asistido

por médicos y leales

y la tele en diferido.

 

 

- Herederos

 

El caso es que murió

y dejó libre el destino

para el Borbón que esperaba

el momento con un grito.

- ¡Esta es la mía!, pensaba,

y seré un rey bien quisto,

con voto de castidad

y por avaricia,  limpio:

se acabaron cacerías,

y se acabó el enchufismo.

España será modelo

de gestión, con los partidos.

 

Y como escribe Landero

en aquellos tiempos, todos

estábamos en las nubes

pues el Borbón, por el morro,

nos pone de Presidente

al mismo que, con sollozos,

lloraba al Franquito muerto.

 

Pasada ya esta vergüenza,

el muy Navarro, al Borbón,

como no se soportaban

le planta la dimisión.

 

Los españoles quedamos

aterido el corazón

pues, en Londres, el Fraguita

pensaba que era ocasión

para ser un Presidente

en cojones, campeón.

La calle es mía, decía,

y quien manda aquí soy yo.

 

Don Manuel, apabullante,

con bombín y con bastón

a la inglesa pretendía

suplantar a un segundón

que no tenía apellidos

ni cabeza de empollón.

Pero bebía los vientos

como los vive el azor:

muy rápido de reflejos

y muy hábil por cazador.

 

- El delfín

Se llamaba Adolfo Suárez,

diole Dios buen galardón.

Fue valiente y fue taimado

y la Ucd fundó,

amalgama de  partidos

con  Alzaga y  el Miñón,

una panda de traidores

a la menor ocasión.

Pero Suarez, avispado,

que sabía la lección,

siguió adelante con ellos

y a todos domesticó

con prebendas, con la astucia

del buscavidas felón,

como fue aquel Lazarillo,

buen modelo de español.

 

Con su sabio prometer

y jefe de pelotón,

púsonos en carrera

en la Europa del carbón

pese a los falagistones

como el azul de Girón.

Engañó a los generales

con promesas de baldón

diciéndoles que Carrillo

jamás en España entró

cuando salía del coche

un sábado de pasión

para sentar sus reales

en la plaza de Colón.

No podemos olvidar

el ridículo peor

del bigotudo tricornio

en chapuzas, campeón.

Inútiles todos ellos

y no muy claro el Borbón.

El Adolfo,  un valiente

y el Mellado,  un señor.

De los otros no me acuerdo

que la Historia es quita y pon.

 

- La historia de siempre

Y aquí empieza otra historia

que termina en dimisión

pues por lavar su imagen

de fementido traidor,

según sospechamos todos,

era más que observador.

La prueba de lo que era

sigue como terminó

el sátrapa, reyezuelo,

que hasta Abu Dabi voló

sin Corina y sin vergüenza

sin la reina y sin honor.

 

Seguimos con nuestra historia

Del Adolfo con Juan Carlos

quien para evitar sospechas

empieza por difamarlo

en cuarteles y en apartes

como incapaz para el mando.

Y si a esto añadimos

a traidores y borrachos,

sin nombre, por si las moscas,

-a saber cómo acabamos-,

entonces, españolito,

imagina, como tantos,

el futuro que esperaba

a la  España en sus manos.

Estaban siempre a lo suyo,

buscando como gitanos

el poder y el chalaneo

del chaquetero marrano.

 

Así que entre todos ellos

próceres parlamentarios,

dejaron a Don Adolfo

vendido y en solitario.

Verlo en la televisión

fue un trauma para años

que nos dejó en un puño

un corazón destrozado.

El Borbón salió impoluto

y el Adolfo muy tocado.

Aunque el tiempo, vengativo,

hace justicia con ambos.

 

- Cambio de tercio

Después de las trapisondas

anteriormente descritas,

llegaron vociferantes

los hispanos socialistas

que habían sido en los tiempos

más rojos que comunistas.

Con la toma del poder

por Felipe y compañía

afloran Solchaga y Guerra,

el padre de los guerristas.

Y también hay que citar

al Morán, europeísta;

anglófilo el Maravall,

el Roldán, funambulista

en círculos del poder.

Pero en toda la gritería

destaca como estudiante

un estudiante simplista:

le llamaban "el Manteca"

"el cojo de la movida".

Fue famoso y afamado,

tuvo su gloria y su día

cual rompedor de farolas

de la calle, en la Gran Vía.

Modelo de madrileño,

chulapón, con gran porfía,

el presidente Felipe

de viaje por Filipinas,

al ministro de educación

lo dejó en cesantía

por "el Manteca", en la prensa,

como héroe por un día.

 

De la euforia en los ochenta

pasamos a la movida

con Tierno y con su pasado

que sabemos que mentía,

aunque España lo admiraba

como alcalde cual sofista

que hablaba de los patitos

como reto modernista.

En total, que España entera

soñaba con otra vida

muy ajena a la derecha

y distante de franquista.

 

 

 

Hubo otros avatares,

muchos para una lista;

un día mientras Felipe

en la Moncloa dormía

le dijeron entre sueños

que éramos atlantistas

y como era un mandado

nos dejamos de sofismas

y votamos como dijo

José María García.

 

Y si traemos  la  ETA

como engendro a la española,

es porque nunca nos falta

una herida como sombra

del alma como el vinagre

que hace la vida torva:

no cambiaremos nunca

bien que lo dice la historia.

 

- El desencanto

Y para cerrar capitulo

del Felipe y sus hazañas,

víctima de corruptos

de los que nunca faltan,

decir con algo de pena

que con unas olimpiadas

y la expo de  Sevilla

en su haber, como si nada:

los españoles cansaron

del Felipe y sus mesnadas.

Abandona La Moncloa

lastrado por la desgracia.

 

- ¡Vista a la derecha!

De todos los que le siguen

que hacen la vez de godos

son aquellos  herederos

del franquismo casi todos.

Y como tales pensaron

casi siempre en el expolio

donde quiera que asentaban

en democracia, su trono:

ayuntamiento, gobierno,

autonomías … cual cotos:

con sus prebendas sutiles

abusan de poderosos,

y se reparten los frutos

por un tiempo, sin rebozo.

Anda por el juzgado

el Bárcenas, ya famoso

por las cuentas en Suiza

con millones, que no es poco.

Y como siempre y ahora

seguimos con visigodos

que viven de los impuestos

que sudamos entre todos.

Corrupción es la palabra

desde Rodrigo a nosotros.

 

- La guerra

El Aznar abrió la puerta

allá en los años  noventa,

cuando hace el calor,

allá por la primavera

que trajo como la vida

el día de la vergüenza:

un once del mes de marzo,

de dolor y sangre y pena.

Pero antes el Aznarín,

dándoselas de estratega,

en avión supersónico

piensa en ir a la guerra

con el inglés y el Bush,

 asesores y camareras

del diminuto Aznarín

cuando estaban en la tienda.

Como todos bien sabemos

el Aznar en su defensa

propuso que fuera Gila

el jefe de su estrategia.

Después de tiros y bombas,

y muertos color de arena,

Gila, que está cabreado,

abandona la contienda

con el teléfono en mano

para que todos lo entiendan:

no se puede ir a Irak

de paseo ni a la guerra.

Lo que vale el Hussein

nunca merece la pena.

 

Los tres se quedan pasmados

y como todos sospechan

con el petróleo  y sus pozos

el Bush con todo se queda,

en gaélico, el inglés,

habla y no suelta prenda.

Mientras Aznar, en Madrid,

tiene embobada a la prensa

como un líder mundial

que con tantos se codea.

 Es el caso que Aznarín

distraído como estaba,

por mor de unos terroristas,

corroídos por la saña,

pierde unas elecciones

que ya daba por ganadas.

 

- Vuelta a empezar: los socialistas

El nombre del ganador

nadie aquí se lo esperaba

porque las ganó, sin duda, 

por gracia del Rubalcaba, l

las ganó un Zapatero

remendón de la nostalgia.

Montó la marimorena

con leyes y con soflamas,

con intentos escabrosos

muy ajenos a la España

de curas y coroneles,

de hipócritas y de beatas:

gritaban, desaforados,

contra todo y contra nada,

contra  gays que se querían

como parejas, casadas.

Y gritaban, vociferando,

y más si desenterraban

a los muertos de las guerra

por rojos y camaradas.

Era tal el griterío

que con unas elecciones

entraron los populares

y el bamby, ay, se marchó

con Chaves de vacaciones.

 

- El Prestige en La Moncloa

Y Rajoy, el de los hilitos,

como gallego, en funciones,

puso para su gobierno

figuras y figurones

con sus muchos apellidos,

como hijos segundones.

El Wert fue uno de ellos,

muy malo entre los peores:

fue quien redactó una ley

para aquellos empollones

que apenas necesitaban

la dicción de profesores.

Salió por pies ,el bribón,

vía París con honores

y allí casó como rico

con dama de mil blasones.

 

Mientras aquí Marianito

estudia alineaciones

y anda por los juzgados

como andan los señores:

unos hablan de pesetas

y los jueces de millones.

Nunca supo de los mismos

ni trató a usurpadores.

El siempre fue un ministro

de puros y obligaciones.

Bien lo sabe el Aznarín

a quien leía de noche

el catalán necesario

para tener como popes

al Pujol y al Durán,

amantes de tradiciones

y de pingues beneficios

que se llaman comisiones.

 

Y como todo se acaba,

Mariano quedó sin puros

y quedó sin un gobierno

como el caldero sin culo

que ya no sirve de nada

porque ya no sale el humo

en la Moncloa. ¡Qué pena!

 

- La nueva ola

El nuevo inquilino allí

vive muy bien en su mundo

apoyado por Podemos

y la suma de los suyos.

Y todos juntos no pueden

hablar sin más del futuro

porque el circulo se rompe

a manos de algo oscuro

que vino desde la China

y que nos pone en apuros:

la ciencia está en mantillas

y aventura tiempos duros

porque ni Sánchez ni Iglesias

ni de los otros, ninguno,

saben ni tienen palabras

ni hablan, parecen mudos.

 

Entonces, lo que nos queda

en esta tribulación

es que no cambie el gobierno

para cobrar la pensión

que nos permite un capricho

prohibido por la tensión.

 

¡Gloria a Dios en el cielo

y viva la transición!.

 

 

 

  Transición: los herederos

 

- Espacio/tiempo.

Para explicar el concepto

este de la transición

habrá que poner un tempo

para acotar el dolor.

 

Y si lo hacemos en verso

y que sea bien rimado

le pondremos unas fechas

con sus días y  en el año

porque sepan los lectores

que son ideas de hogaño:

que las vivimos en carne,

nunca ajenos al pasado.

 

La transición que sufrimos

fue cosa muy natural

pues sobrevino por muerte

de Franco, aquel general

que, dicen, gobernó España

a dos manos, patriarcal;

a hostias, decían unos;

pero en sede epicospal

todo eran bendiciones

por ser paladín, sin par,

contra rojos y masones

y adláteres de Satán.

-Aquellos sí eran obispos

de verbo y armas tomar.

 No como estos de ahora,

horros  de sexualidad,

con dineros y con prensa

para España voxizar-.

 

Demos por año de gracia

el  año setenta y cinco,

cuando, con sus perrerías,

suspiró aquel Franquito

víctima de sus pecados

y del yerno, farruquito,

quien, para sus fechorías,

lo quería bien vivito

aunque el pobre agonizaba

como el pobre del currito

que se cayó del andamio

mientras el otro, bendito,

moría como se muere

un tirano viejecito:

lleno de tubos y cables,

y un quirófano asistido

por médicos y leales

y la tele en diferido.

 

 

- Herederos

 

El caso es que murió

y dejó libre el destino

para el Borbón que esperaba

el momento con un grito.

- ¡Esta es la mía!, pensaba,

y seré un rey bien quisto,

con voto de castidad

y por avaricia,  limpio:

se acabaron cacerías,

y se acabó el enchufismo.

España será modelo

de gestión, con los partidos.

 

Y como escribe Landero

en aquellos tiempos, todos

estábamos en las nubes

pues el Borbón, por el morro,

nos pone de Presidente

al mismo que, con sollozos,

lloraba al Franquito muerto.

 

Pasada ya esta vergüenza,

el muy Navarro, al Borbón,

como no se soportaban

le planta la dimisión.

 

Los españoles quedamos

aterido el corazón

pues, en Londres, el Fraguita

pensaba que era ocasión

para ser un Presidente

en cojones, campeón.

La calle es mía, decía,

y quien manda aquí soy yo.

 

Don Manuel, apabullante,

con bombín y con bastón

a la inglesa pretendía

suplantar a un segundón

que no tenía apellidos

ni cabeza de empollón.

Pero bebía los vientos

como los vive el azor:

muy rápido de reflejos

y muy hábil por cazador.

 

- El delfín

Se llamaba Adolfo Suárez,

diole Dios buen galardón.

Fue valiente y fue taimado

y la Ucd fundó,

amalgama de  partidos

con  Alzaga y  el Miñón,

una panda de traidores

a la menor ocasión.

Pero Suarez, avispado,

que sabía la lección,

siguió adelante con ellos

y a todos domesticó

con prebendas, con la astucia

del buscavidas felón,

como fue aquel Lazarillo,

buen modelo de español.

 

Con su sabio prometer

y jefe de pelotón,

púsonos en carrera

en la Europa del carbón

pese a los falagistones

como el azul de Girón.

Engañó a los generales

con promesas de baldón

diciéndoles que Carrillo

jamás en España entró

cuando salía del coche

un sábado de pasión

para sentar sus reales

en la plaza de Colón.

No podemos olvidar

el ridículo peor

del bigotudo tricornio

en chapuzas, campeón.

Inútiles todos ellos

y no muy claro el Borbón.

El Adolfo,  un valiente

y el Mellado,  un señor.

De los otros no me acuerdo

que la Historia es quita y pon.

 

- La historia de siempre

Y aquí empieza otra historia

que termina en dimisión

pues por lavar su imagen

de fementido traidor,

según sospechamos todos,

era más que observador.

La prueba de lo que era

sigue como terminó

el sátrapa, reyezuelo,

que hasta Abu Dabi voló

sin Corina y sin vergüenza

sin la reina y sin honor.

 

Seguimos con nuestra historia

Del Adolfo con Juan Carlos

quien para evitar sospechas

empieza por difamarlo

en cuarteles y en apartes

como incapaz para el mando.

Y si a esto añadimos

a traidores y borrachos,

sin nombre, por si las moscas,

-a saber cómo acabamos-,

entonces, españolito,

imagina, como tantos,

el futuro que esperaba

a la  España en sus manos.

Estaban siempre a lo suyo,

buscando como gitanos

el poder y el chalaneo

del chaquetero marrano.

 

Así que entre todos ellos

próceres parlamentarios,

dejaron a Don Adolfo

vendido y en solitario.

Verlo en la televisión

fue un trauma para años

que nos dejó en un puño

un corazón destrozado.

El Borbón salió impoluto

y el Adolfo muy tocado.

Aunque el tiempo, vengativo,

hace justicia con ambos.

 

- Cambio de tercio

Después de las trapisondas

anteriormente descritas,

llegaron vociferantes

los hispanos socialistas

que habían sido en los tiempos

más rojos que comunistas.

Con la toma del poder

por Felipe y compañía

afloran Solchaga y Guerra,

el padre de los guerristas.

Y también hay que citar

al Morán, europeísta;

anglófilo el Maravall,

el Roldán, funambulista

en círculos del poder.

Pero en toda la gritería

destaca como estudiante

un estudiante simplista:

le llamaban "el Manteca"

"el cojo de la movida".

Fue famoso y afamado,

tuvo su gloria y su día

cual rompedor de farolas

de la calle, en la Gran Vía.

Modelo de madrileño,

chulapón, con gran porfía,

el presidente Felipe

de viaje por Filipinas,

al ministro de educación

lo dejó en cesantía

por "el Manteca", en la prensa,

como héroe por un día.

 

De la euforia en los ochenta

pasamos a la movida

con Tierno y con su pasado

que sabemos que mentía,

aunque España lo admiraba

como alcalde cual sofista

que hablaba de los patitos

como reto modernista.

En total, que España entera

soñaba con otra vida

muy ajena a la derecha

y distante de franquista.

 

 

 

Hubo otros avatares,

muchos para una lista;

un día mientras Felipe

en la Moncloa dormía

le dijeron entre sueños

que éramos atlantistas

y como era un mandado

nos dejamos de sofismas

y votamos como dijo

José María García.

 

Y si traemos  la  ETA

como engendro a la española,

es porque nunca nos falta

una herida como sombra

del alma como el vinagre

que hace la vida torva:

no cambiaremos nunca

bien que lo dice la historia.

 

- El desencanto

Y para cerrar capitulo

del Felipe y sus hazañas,

víctima de corruptos

de los que nunca faltan,

decir con algo de pena

que con unas olimpiadas

y la expo de  Sevilla

en su haber, como si nada:

los españoles cansaron

del Felipe y sus mesnadas.

Abandona La Moncloa

lastrado por la desgracia.

 

- ¡Vista a la derecha!

De todos los que le siguen

que hacen la vez de godos

son aquellos  herederos

del franquismo casi todos.

Y como tales pensaron

casi siempre en el expolio

donde quiera que asentaban

en democracia, su trono:

ayuntamiento, gobierno,

autonomías … cual cotos:

con sus prebendas sutiles

abusan de poderosos,

y se reparten los frutos

por un tiempo, sin rebozo.

Anda por el juzgado

el Bárcenas, ya famoso

por las cuentas en Suiza

con millones, que no es poco.

Y como siempre y ahora

seguimos con visigodos

que viven de los impuestos

que sudamos entre todos.

Corrupción es la palabra

desde Rodrigo a nosotros.

 

- La guerra

El Aznar abrió la puerta

allá en los años  noventa,

cuando hace el calor,

allá por la primavera

que trajo como la vida

el día de la vergüenza:

un once del mes de marzo,

de dolor y sangre y pena.

Pero antes el Aznarín,

dándoselas de estratega,

en avión supersónico

piensa en ir a la guerra

con el inglés y el Bush,

 asesores y camareras

del diminuto Aznarín

cuando estaban en la tienda.

Como todos bien sabemos

el Aznar en su defensa

propuso que fuera Gila

el jefe de su estrategia.

Después de tiros y bombas,

y muertos color de arena,

Gila, que está cabreado,

abandona la contienda

con el teléfono en mano

para que todos lo entiendan:

no se puede ir a Irak

de paseo ni a la guerra.

Lo que vale el Hussein

nunca merece la pena.

 

Los tres se quedan pasmados

y como todos sospechan

con el petróleo  y sus pozos

el Bush con todo se queda,

en gaélico, el inglés,

habla y no suelta prenda.

Mientras Aznar, en Madrid,

tiene embobada a la prensa

como un líder mundial

que con tantos se codea.

 Es el caso que Aznarín

distraído como estaba,

por mor de unos terroristas,

corroídos por la saña,

pierde unas elecciones

que ya daba por ganadas.

 

- Vuelta a empezar: los socialistas

El nombre del ganador

nadie aquí se lo esperaba

porque las ganó, sin duda, 

por gracia del Rubalcaba, l

las ganó un Zapatero

remendón de la nostalgia.

Montó la marimorena

con leyes y con soflamas,

con intentos escabrosos

muy ajenos a la España

de curas y coroneles,

de hipócritas y de beatas:

gritaban, desaforados,

contra todo y contra nada,

contra  gays que se querían

como parejas, casadas.

Y gritaban, vociferando,

y más si desenterraban

a los muertos de las guerra

por rojos y camaradas.

Era tal el griterío

que con unas elecciones

entraron los populares

y el bamby, ay, se marchó

con Chaves de vacaciones.

 

- El Prestige en La Moncloa

Y Rajoy, el de los hilitos,

como gallego, en funciones,

puso para su gobierno

figuras y figurones

con sus muchos apellidos,

como hijos segundones.

El Wert fue uno de ellos,

muy malo entre los peores:

fue quien redactó una ley

para aquellos empollones

que apenas necesitaban

la dicción de profesores.

Salió por pies ,el bribón,

vía París con honores

y allí casó como rico

con dama de mil blasones.

 

Mientras aquí Marianito

estudia alineaciones

y anda por los juzgados

como andan los señores:

unos hablan de pesetas

y los jueces de millones.

Nunca supo de los mismos

ni trató a usurpadores.

El siempre fue un ministro

de puros y obligaciones.

Bien lo sabe el Aznarín

a quien leía de noche

el catalán necesario

para tener como popes

al Pujol y al Durán,

amantes de tradiciones

y de pingues beneficios

que se llaman comisiones.

 

Y como todo se acaba,

Mariano quedó sin puros

y quedó sin un gobierno

como el caldero sin culo

que ya no sirve de nada

porque ya no sale el humo

en la Moncloa. ¡Qué pena!

 

- La nueva ola

El nuevo inquilino allí

vive muy bien en su mundo

apoyado por Podemos

y la suma de los suyos.

Y todos juntos no pueden

hablar sin más del futuro

porque el circulo se rompe

a manos de algo oscuro

que vino desde la China

y que nos pone en apuros:

la ciencia está en mantillas

y aventura tiempos duros

porque ni Sánchez ni Iglesias

ni de los otros, ninguno,

saben ni tienen palabras

ni hablan, parecen mudos.

 

Entonces, lo que nos queda

en esta tribulación

es que no cambie el gobierno

para cobrar la pensión

que nos permite un capricho

prohibido por la tensión.

 

¡Gloria a Dios en el cielo

y viva la transición!.