viernes, 4 de marzo de 2016

Son los homúnculos que nos invaden para corroer el alma por lo propio de la condición humana. Los reflejos de Caín cuando salía de paseo para controlar quienes ocupaban el espacio que pensaba le pertenecía.  








VECINOS






Carnívoros de cuchillo y de palabra,
aves de vuelo corto, emplumadas por la cobardía
del silencio, mascullan y picotean la sangre
cuando nos dan presencia  con su mirada
y la desconfianza.
 Cuchicheos de cascabel o mascaras de algodón,
cual flechas sin aire y ausentes los objetivos,
son pasos de ocultación los síntomas
de tu vecindad, la sonrisa o los cinco mil dedos
que son cual sierpes de Gorgona, los silbos  de su
orfandad.
Mil veces y siempre que  nacieras, las intenciones
cantan extractos de banco,  y por un interés
máximo del cero por ciento,  haces sin tiempo
relación de simpatía por la conveniencia:
interminables hileras  del marfil y saliva
recogen  amarillas intenciones llenas  
de fracturas  que rompen el ritmo
del carnaval: oropel y polvo, en cobre,

mañana, son las monedas  de tu vecindad.   

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