sábado, 1 de septiembre de 2018


Mínima alma mía ... 






Alma y clamor

Oh Dios mío que tienes en tu nombre la suma de mis
pecados  y  contradicciones,  frutos  de mi soledad. Esta plegaria,
desde mi corazón, para el  Padre y su misericordia,  tan cierta
como la bondad y  la sonrisa que brotan, con delicadeza,
del manantial en la fuente donde bebe la paciencia
con mis desvaríos, tantos como luz tiene el día o  la noche
de oscuridad. No temas, Padre, y borra mi cuenta en tu memoria
con el silencio;  las deudas que tengo contigo, si las cancelas,
serán el   haber que limpie las heridas  en carne provocadas
por el intemporal martilleo de la duda y su pertinaz búsqueda,
sin condición, de la paz, la  meta imposible  por   las aguas
en remolino que hacen de la vida un turbión; las aguas,
camín abaxo, desde el monte hasta la expansión infinita
que va de Reconcos a la llosa llena de hambre y humedad.

Más palabra con ideas, Padre,  que caminante mi alma,
no escrutes los entresijos  que ni yo mismo conozco.  Te suplico
el mar que trabajas con tus dedos,  padre de las olas,
tus hijas, que arden en la playa hasta la consumación. Dame la brisa
que aligere mis pensamientos, Padre. Que sea  el violin, para mis palabras ,
cual  nube de algodón colgada en las pestañas del corazón.
Recibe mi súplica en tu voluntad  y dame el tiempo que necesito
para ver con tu luz el color que conforma,  en tu figura, el amor.

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