miércoles, 22 de abril de 2020




                ¡Qué pena!

                ¡Esta exuberante primavera y la vida colgada de una  ventana!
 Nada es real salvo las imágenes que  me ciegan los sentidos y de nuevo, otra vez,  me pican el alma
las palabras. Ahí las tienes, a la puerta;   y  cada mañana, con ellas,
               un manzano a dos pasos,
               centenario,
               y apenas sin nombre y un recuerdo, tal vez Pachu,
               no lo sé.
Tampoco importa. Sí que está lleno de un furor juvenil,
envidiable,
ajeno a la decadencia y sin miedo al amor
ni al dolor ni al silencio ni a la ausencia.

Es todo la flor de su juventud,
el fruto del sol y de la lluvia, un deseo infinito, un ardor
que es vida en el ocaso de un corazón.

Un ejemplo. Todas las brisas y vientos
son flores y amor,
arranques como los dedos con tu nombre y mi recuerdo.

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