martes, 22 de septiembre de 2020

 

 

 

 

ANIMALIA

 

Oferentes, con la mirada en la nada

y los sentimientos hasta el final, su vida es  sangre

inyectada en las venas de los sueños hechos pan

y fatigas: los nuestros, claro, estos humanoides

que succionan hasta el aire

en un celofán.

 

Y se justifican. Lo justifican para ser odio y nada;

o  sonrisas y medias palabras

rojas y ensangrentadas: para vivir la violencia

y ser jaula por alegrías.

Por todo ello,

robamos y matamos los ojos

que nos hablan de mundos ignotos

y sentimientos. Tantos y tan profundos

como los ríos de sangre roja ensangrentada

que nos prestan para seguir

nuestra y propia  nuestra condición.


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