sábado, 8 de diciembre de 2018



Una escena
                        En este instante, breve y duro instante,
                                                    cuántas bocas de amor están unidas
                                                    cuántas vidas se cuelgan de otras vidas
                                                    exhaustas en su entrega palpitante.- A. González[1].



   
                                                  

Que somos, sin tiempo, padres de los instantes que aprovechan los momentos, es lo que dicen quienes, imaginarios de nuestro amor, hacen de los días las fechas de navidad. Y tienen razón: una brisa de ternura arrima nuestros corazones al fuego  donde el pan es candela del hambre que nos transita cuando somos y estamos en los dos. Para distraerla,
una puerta te presta la clavija que abre al envés de su corazón: cuidadosa de sus sueños,
buscas la victoria del tiempo cuando le das forma fuera  de su piel, un toque de ilusión. Y mientras, camino  por tu alma en compañía del marqués de Bradomín: me escuchas atada a tus tareas, en silencio, relajada: ya son ascuas los leños  que  hacen mágico el tiempo que restamos a la puesta del sol antes del viaje, tres días antes de la noche de navidad.   


[1] Palabra sobre palabra. A. González. Barral editores.1972.

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