miércoles, 6 de febrero de 2019


     Mis gatos
    
Que son alérgicos a la soledad y a la palabra, mininos
con ámbar en la mirada y el  azulete en el corazón 
como tinte del vivir, con sus genes en el color, variopintos; 
son, además,  como Armando o Mariví,  con uñas 
para abrir en canal  almas que huyen del silencio 
como agua del cristal.

Igual este Millán, rebelde y  dormilón, pertinaz
 refutante  e impertinente, adorable al anochecer, que  me
runrunea  mientras hace del tacto el milagro del amor:
-Ay, Millán, mi bribón, háblame, desde el cuello,
 de tus correrías, si en balde como las mías: el milagro
de la palabra para el recuerdo es bálsamo
que limpia la cicatriz como residuo del amor.
Esta y  aquella o la otra y  alguna con sus mentiras
me succionan el lenguaje y sus circunstancias.
Y como tú, amigo,  ni siquiera somos recuerdo
o noche estrellada sin niños ni risas ni cosquillas. 

¿Y tu Paquita? distante ella o indiferente,
 si te vislumbra, con  su colita-caracol te arroba
los sentidos y los pálpitos  del corazón.
¡ Cómo nos deja el amor! Nos cimbrea el alma,
nos quema las palabras y, con sus cenizas,
abona los deseos que nos aturden
y hacen de tu gatita lo propio que haría yo:
mantenerla viva como polvo enamorado.

  ... en un jardín donde los gatos se comían las ranas. F.G.Lorca

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