sábado, 20 de julio de 2019









El adverbio.

Con el alba, en el balbuceo del amanecer,
sin aprendizaje alguno, estás incrustado
 en el alma: espacio y tiempo arrullándonos
en silencio, obviando las miradas. Lo mismo que un pecado.

Y si largo el camino -¡cuanto más largo!- como escudero
de las contradicciones de paloma
con pluma de  gavilán, eres exacto y puntilloso o acerado
para la pústula del amor, el remordimiento :
un adverbio de azul,
mi patrimonio de coral en el dedo corazón,
me retiene en la esperanza
del vivir como recurso principal. Cualquiera
sea, es rotundo en el lagrimeo y te obliga
a volver y cifrar los deseos
en el silencio que habla con tu oscuridad.

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