viernes, 19 de mayo de 2023

 

 

TAMAMES

Escribir sobre Don Ramón Tamames sin tintes políticos es posible; es posible porque los días aquellos en que fue un protagonista mediático estaba muy mal peinado y con una profunda mirada socarrona dirigida al arco parlamentario. Tanto era así que el escritor Sergio del Molino para hablar de aquellos momentos, dice que fueron días raros y tristes. Y uno se pregunta las razones de esos adjetivos, y piensa que tales adjetivos dicen más que cuatro oraciones subordinadas o cinco yuxtapuestas que podrían servir para explicar la socarrona mirada de Tamames al plenario con un "os vais a enterar". Como gallo con espolones rodeado de pollitos con aspiraciones a desplazar al viejo fanfarrón ya periclitado, tenía razón para ello. Y claro, las consecuencias fueron las previstas: posiblemente nadie en democracia, sin ninguna duda, cargó con tantos sustantivos sobre sus espaldas como Don R.Tamames en estos últimos días de gloria parlamentaria . Y como hubo de todo, escogemos el dicho por el parlamentario del PNV que lo comparó con un barco oxidado "cuyo final será quedar destartalado y olvidado en un desguace"; dicho con otras palabras en román paladino, que a Don Ramón, entre pitos y flautas, le quedan  un par de telediarios. Lo que no le alteró pues para su capirote recordaba en aquel momento, según parece,  lo escrito por E. Mendoza en su novela "EL rey recibe"; en ella el autor catalán escribe  "que en democracia, si verdaderamente representa la voluntad de la mayoría, por fuerza lleva al poder a los peores". Lo que está claro es que con D. Ramón Tamames el gallinero parlamentario fue un ejemplo más de la desaparición de la cortesía y la amabilidad; además, la exigua ilustración de los mismos resaltó por la carencia total y absoluta de las buenas maneras con quien peina una canas mal organizadas en una de las cabezas más ilustres de que dio nuestro pobre país. Tanto es así, que como muy bien opina con rabia y con pena Ana Iris Simón, para desgracia de todos está claro que en estos tiempos, como siempre,  no hay lugar para los viejos. Mientras unos impúdicos mozalbetes mal educados corren afanosamente detrás del prestigio, los privilegios y el poder que se esconden detrás de la silenciada actividad política que nos asfixia como ciudadanos atónitos e insulsos.


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