martes, 16 de enero de 2018




VESTIDA

          Piedra: Ella es el mundo que otros desgarraron
                                                                     J.E. Pacheco.

De falda o con los vaqueros ceñidos al deseo. Y  los ojos
al natural,  con alma de luz, y  vestida con las nubes
hiladas  por  el viento en las dunas del corazón;  
es más, con tus  palabras y los sedimentos de azul,
haces magia con las sombras de tu piel: son  las burbujas
si desnuda, que rezuman tus devaneos por el amor: 
una fatalidad; como  el árbol, mi abedul, transgénico
por  soledad, tu cuerpo, sin corteza el tronco,
todos los minerales, tus gracias, son  simples rebujos
de una muerte anunciada sin hojas, sin risas, como
esas manos  de Guayasamín: filigranas del dolor,
todas las ramas, tus dedos y las primaveras ,
tus risas, los pájaros amarillos y el desencanto,
pobre abedul y tu, pobre desnuda con un hálito
de tristeza,   hacéis  de la  vida un campo de viento y arena,
yermo  como el vacío y sin palabras que masticar:
es lo de siempre, por condición, aunque yo  he de buscar
tu alma tibia sin ti que no te entiende. ¡Vestida!

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