sábado, 2 de noviembre de 2019



Almas  de agua y laurel: AGUA NEGRO.

Ay,  María y tu ámbito, negro como un  terror infantil;  tu alma de cristal, transparente, es fractal por  las  palabras de la bestia indómita, tu hijo, que te hace dueña  de tanto dolor como atesora un maternal regazo; inasequible, además,   a las heridas y  sin cauterizar,  la esperanza, María,  era un  futuro de  luz cuando un sorbin de lágrimas buscaba  el amor que rompía  tu  corazón.

¡Lo pensabas tú!
  
Y como  siempre, sin embargo,   te niegan la identidad y la ternura. Hacen contigo
el  mandil  arrugado por la miseria y el hambre, una harapo, la bayeta en su albañal.
Sólo aguardan, acechan y recechan. No te dejan vivir. Te ratean el aire y ni siquiera
los ojos hacen de ti una propiedad: hasta las imágenes se ríen de tu ingenuidad.

Nada te pertenece. Su  violencia te sisea hasta las migas del pan, y  en tu casa,
arrumbada, por fuera, te hacen  ese perro  de la calle, abandonado, perdido, flaco y sucio,
con el hocico gastado de rebuscar en las basuras y el lomo herido de dormir  al
descubierto …[1]en palabras de David Trueba  que  te regalo como prueba
del recuerdo de lo que ellos fueron por siempre y tu conmigo, hoy.


[1] Tierra de campo.- David Trueba, pag. 203

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