viernes, 1 de abril de 2022

 
Es lo que somos: hijos de la vida. Del aire y de las lluvias,
de las flores y de los secretos macerados en silencio.
Hijos de la vida, es lo que somos: de sus tornasoles,
la luz como hálito de vida, nuestro aliento  contra el tiempo
y los  secuaces que acechan el brillo de las sonrisas.
 
Hijos de la vida, mil palabras quemantes nos hacen hermanos
de la esperanza y de los sonidos con los mil vientos
que no dan los nombres de tanto amor y nuestro querer.
 
Como los trinos  del amanecer o las  mil hojas que visten el otoño
y nos hacen cómplices de las mil palabras esclavas
del silencio que se pierden en el desierto de arenas
tantas como la inmensidad del tiempo, nuestro aliado.
 
Por los caminos de la piedad, llegamos
a los juegos del padre, en la edad tardía, para recoger las brisas
que nos hacen hijos de la vida, almas, espejos de la razón.

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