martes, 4 de abril de 2017


Cuánta vida en esta explosión de belleza  que son las flores: abrir los ojos es buscar sofitos para 
para mirar y sentir la alegría de vivir como hacen los pájaros que están locos por dejar constancia de sus melodías.




Y vuelta a empezar.


                                     Quiero  hacer contigo lo
                                      que la primavera  hace
                                      con los cerezos.-  Pablo Neruda.


Como siempre, con  la marea a favor,  arrebujado en el verbo  y con las velas
henchidas contra el tiempo y la dichosa esperanza, alma del mañana
contra  la fuerza del vivir,
donde la raíz sin nombres  en la mochila, allí está la fuerza.

Son  frutos del silencio las flores de la luz y del aire que volatiza
 el aroma del fruto que la imagen mascará sin daño ni dolor:
este marzo de gozo y sin días con miles de brotes en el cabestrillo,
simples variantes del color que el tacto convierte en los fuegos del deseo;  
 como siempre, este marzo, como el otro y tal vez el siguiente,
es  vida   en el estribo  para el galope  de siempre:  y vuelta a empezar.

¿Cómo, entonces, volver la vista y caminar, la  frente alzada, con el futuro
en el quicial y el dolor acechante con las palabras como razón? La duda,
bruja aliada de la debilidad, nunca se alimenta del instante ni de la belleza
que tanta suma de flor me halaga los sentidos; por ello, gracias a Dios y
al silencio con su fuerza telúrica en las entrañas, mañana es marzo, puntual
contra el cansancio del  vivir y las mañas del sueño para engañar
el ansia  del mirar y buscar las entrañas del volcán que llevamos dentro: 
todo apunta a lo mismo, a la prontitud necesaria para encontrar
esas referencias colgadas en los frígidos dedos  del cerezo o el endrino,
en Ramoniz, página blanca donde mis pensamientos

son estambres y   pistilos y corolas donde el cáliz contra el estigma del sufrir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario