jueves, 20 de abril de 2017

Valentin es un roble de cuatrocientos años que vive en Tineo. Fue recuperado para el recuerdo por su pintor de cámara, Fernando Fueyo. Y nada más. 



Valentín
                    Yo soy como el árbol solo,
                     que estaba al pie del camino
                      dándole sombra a los lobos.- Canto popular andaluz.

Imposible la mirada vieja para tanta perfección. Ni cansada o tonsurada
ni afligida para tantos   brotes al más vetusto de las primaveras  con el nombre de Valentín:
el viejo roble, sinfónica y parachute  donde cuelga el revés de la vida
y sus concomitancias, la aventura  de su juventud.  Tanto más intensa
cuanto la edad  más tardía, un trozo de cielo, en el firmamento,
hace de sus múltiples brazos los nidos donde el amor es su  resolución.

Con el tronco que  a la tormenta doblega y a la ventisca apacigua, sabe de la espera y de la dulce victoria con tanta derrota como lo acompasa: nunca es invierno
en los escondrijos de sus raíces telúricas que nos aprisionan como una esperanza.
Un aire suyo nos aprisiona sin tiempo, nos obliga y cada mirada
a su tosco sayal, es asunción en tantas y miles de hojas, saltarinas y
juguetes de los dedos que las brisas agitan contra mi ofuscación.

Valentín, venerable como  los grandes, hijo  de la sombra y de un una bellota, nimia.
Como ellos, es  tu grandeza como polvo de estrellas. Y con tus palabras de miel,  todos los mitos hacen su fuego cuando frotan el viento que recogen cuando sesteas
y sueñas con Fernando y sus colores para ensombrecer tus mejillas.
Perjuro de la humildad, las arrugas soberbias  hacen joven tu corazón a los ojos
y las palabras que brotan cual  lágrimas de tu emociones. Y donde estás, Valentín,
miradas  de luz y esperanza  hacen de ti un sueño, el mismo que buscamos
cuando tu ausencia va más allá de los nombres y del tiempo: siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario